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Cómo puedes fomentar la creatividad en tareas rutinarias

17/09/2025
Un espacio creativo y productivo

En nuestra vida diaria, muchas de nuestras actividades se convierten en rutinas, secuencias automáticas que realizamos sin apenas pensar. Esto, aunque eficiente, puede atrofiar nuestra capacidad creativa y limitarnos a soluciones convencionales, perdiendo oportunidades de innovación y mejora. La buena noticia es que esta tendencia puede revertirse, y es incluso necesario para afrontar los desafíos de un mundo en constante cambio.

El pensamiento lateral, una forma de resolver problemas de manera indirecta y creativa, se presenta como una herramienta poderosa para romper con la monotonía y encontrar nuevas perspectivas en nuestras tareas más cotidianas. No requiere de un talento especial, sino de práctica y una disposición a cuestionar las suposiciones que damos por sentadas, explorando alternativas que inicialmente parecen ilógicas o absurdas.

¿Qué es el Pensamiento Lateral?

El pensamiento lateral, acuñado por Edward de Bono, se distingue del pensamiento lógico o vertical, que sigue una línea de razonamiento secuencial y deductiva. Se trata de un enfoque más holístico, que busca soluciones desde múltiples ángulos, incluso aquellos que parecen distantantes del problema original. Su objetivo no es encontrar la respuesta correcta, sino generar tantas alternativas posibles, sin emitir juicios prematuros.

Una de las técnicas más comunes en el pensamiento lateral es la “provocación”, que consiste en introducir ideas aleatorias o imposibles para estimular la mente y romper con los patrones de pensamiento habituales. Por ejemplo, al intentar mejorar un proceso de trabajo, podríamos preguntarnos: ¿Qué pasaría si el proceso fuera totalmente invisible? La respuesta, aunque irreal, puede inspirar soluciones innovadoras.

Este tipo de pensamiento no busca la perfección inicial, sino la exploración. Acepta la ambigüedad, la incertidumbre y la posibilidad del fracaso como partes inherentes del proceso creativo. Al liberarnos del miedo a equivocarnos, nos abrimos a la experimentación y al descubrimiento de soluciones inesperadas.

Técnicas Prácticas para el Día a Día

Existen numerosas técnicas para ejercitar el pensamiento lateral, y muchas de ellas pueden incorporarse fácilmente a nuestra rutina. Una de ellas es la “lista de alternativas”, que consiste en generar la mayor cantidad posible de soluciones a un problema, sin importar cuán absurdas puedan parecer. La clave está en la cantidad, ya que de entre muchas ideas descabelladas, pueden surgir algunas realmente valiosas.

Otra técnica útil es el “brainstorming”, o lluvia de ideas, que se basa en la generación espontánea de ideas en un grupo, fomentando la participación de todos los miembros y evitando la crítica durante la fase inicial de generación. El objetivo es crear un ambiente seguro y estimulante donde cada idea, por más extraña que sea, sea bienvenida.

Finalmente, la técnica de los “seis sombreros para pensar”, también desarrollada por Edward de Bono, nos invita a analizar un problema desde seis perspectivas diferentes: la emocional, lógica, optimista, pesimista, creativa y de control de procesos, promoviendo una visión más completa y equilibrada.

Desafiando Suposiciones

El cerebro digital explota en color

Gran parte de nuestro pensamiento está basado en suposiciones implícitas que a menudo ni siquiera somos conscientes de tener. El pensamiento lateral nos anima a cuestionarlas activamente, preguntándonos: ¿Qué pasaría si esta suposición fuera falsa? Al romper con estas creencias preconcebidas, podemos abrirnos a nuevas posibilidades y encontrar soluciones más creativas.

Un ejercicio sencillo para desafiar suposiciones es el “¿y si…?”. Por ejemplo: «¿Y si los coches pudieran volar?». Esta pregunta, aunque fantasiosa, nos puede llevar a considerar alternativas de transporte urbanístico radicalmente diferentes. La idea no es que los coches vuelen literalmente, sino que la pregunta nos impulse a pensar fuera de lo común.

Identificar y desafiar nuestras suposiciones requiere una gran dosis de autocrítica y humildad intelectual, reconociendo que nuestra percepción de la realidad puede ser limitada e incompleta. Al estar dispuestos a admitir que podemos estar equivocados, nos abrimos a la posibilidad de aprender y crecer.

Aplicándolo a Tareas Cotidianas

Aplicar el pensamiento lateral a tareas rutinarias no implica reinventar la rueda, sino buscar pequeñas mejoras que puedan hacerlas más eficientes, placenteras o incluso divertidas. Por ejemplo, al preparar el café, podríamos preguntarnos: ¿Cómo puedo hacer esta tarea más rápida? o ¿Cómo puedo cambiar la experiencia de beber café?.

En el ámbito laboral, el pensamiento lateral puede ser invaluable para solucionar problemas, optimizar procesos o generar nuevas ideas de negocio. Por ejemplo, al enfrentarnos a una caída en las ventas, podríamos preguntarnos: ¿Qué pasaría si nuestro producto fuera gratuito? o ¿Cómo podemos llegar a un público completamente nuevo? La innovación a menudo surge de estas preguntas aparentemente descabelladas.

La clave está en convertir el pensamiento lateral en un hábito, integrándolo en nuestra forma de abordar los desafíos y oportunidades que se nos presentan en la vida diaria. Comienza por pequeñas tareas, experimenta con diferentes técnicas y, sobre todo, no tengas miedo de equivocarte.

Conclusión

En definitiva, fomentar la creatividad en tareas rutinarias no se trata de volverse un genio instantáneo, sino de cultivar una mentalidad abierta, curiosa y dispuesta a experimentar. El pensamiento lateral nos proporciona las herramientas necesarias para romper con la monotonía, desafiar las suposiciones y encontrar soluciones innovadoras a nuestros problemas más cotidianos.

Al practicar el pensamiento lateral de forma regular, no solo mejoramos nuestra capacidad de resolución de problemas, sino que también enriquecemos nuestra vida personal y profesional, descubriendo nuevas formas de abordar el mundo que nos rodea y de convertir las tareas rutinarias en oportunidades de crecimiento y aprendizaje.